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Made in style travels to: Austria

Made in style travels to: Austria

 

Llevaba días queriendo compartir con todos vosotros nuestro último viaje a Austria (no os penséis que me había olvidado), pero estuvimos en tantos sitios e hicimos tantas cosas en los cuatro días que necesitaba organizar todo para no extenderme demasiado en un solo post.

Para refrescaros la memoria, nos fuimos el primer puente de mayo y el único fin del viaje era ir a ver a Alejandro, el hermano “pequeño” de Fer que está de Erasmus allí. Al principio iba a ser un viaje de ocio de tres, pero al final resultó ser de cinco porque se venían mis hermanos de “sorpresa”. Y qué queréis que os diga, ¡fue una experiencia genial! Nos lo pasamos como enanos y Alejandro fue un auténtico anfitrión. Quien pudiera volver o retroceder en el tiempo…

El primer día salimos de madrugada de Madrid y llegamos a Viena a las once de la mañana. Nada más aterrizar fuimos directos al hotel para poder dejar las maletas e ir más holgados de equipaje mientras veíamos la capital de Austria. Nos hizo un día espectacular, un sol espléndido y una temperatura muy agradable. Ese día comimos en Snitzel en neubaugasse n52, un restaurante típico de allí que os recomiendo plenamente.

Solo teníamos un día para poder disfrutar de Viena, ya que los días siguientes nos esperaban otras ciudades. De ahí que viésemos los edificios y monumentos más emblemáticos de la ciudad como el Parlamento, el Ayuntamiento, la Catedral, la Ópera Estatal (impresionante), el Museo de Historia del Arte, el Palacio Imperial de Hofburg y todo el casco antiguo donde se encuentran todas las firmas de lujo. Una de las calles que más me gustó, fue la calle Graben. ¡Apuntarla! Y terminamos cenando en Vapiano, un restaurante italiano buenísimo.

El segundo día alquilamos un coche y tomamos rumbo a Salzburgo, otra de las ciudades más famosas de Austria. Seguramente os suene porque el gran clásico de Sonrisas y Lágrimas fue grabado allí. De hecho estoy escribiendo este post con la banda sonora de fondo y ahora es el turno de “Edelweiss”, la canción con la que entré en la iglesia el día de la boda. ¡Pero no nos desviemos del tema!

En Salzburgo tuvimos menos suerte con el tiempo y de hecho nos estuvo diluviando en todo el viaje de ida. Menos mal que cuando llegamos cesó un poco, pero a las horas empezó a chispear y estuvimos haciendo turismo bajo la lluvia. (No, ¡no fuimos nada previsores con el tema de la lluvia pero fue de lo más divertido!)

La primera parada fue el Palacio de Mirabell (el palacio donde se grabó una de las secuencias de la famosa película de Julie Andrews), después vimos el antiguo Ayuntamiento, la casa de Mozart y subimos a lo alto de un monte (todavía me acuerdo de las agujetas que me salieron al día siguiente en los gemelos) para tener unas vistas impresionantes de la preciosa Fortaleza de Hohensalzburg.

Después vimos también el casco antiguo de la ciudad y la Catedral de Salzburgo. Nos dio mucha lástima que el día saliera tan gris, porque haber visto Salzburgo con sol hubiese sido mucho más espectacular, pero fue un día emocionante y de lo más enriquecedor a nivel histórico-cultural. Aunque lo mejor vino después, ¡la cervecería donde cenamos! La famosa cervecería Augustiner, la cervecería más grande de todo Austria. Fue increíble ver el ambiente y la fiesta que había y eso que era domingo. ¡Fue genial! Aún recuerdo el festín que nos metimos… Sin duda, ¡un gran descubrimiento! Si vais a Salzburgo, no dejéis de ir, ¡es una orden! 😉

Y los últimos dos días los pasamos en Krems an der Donau y alrededores, una ciudad austriaca de lo más pintoresca y especial que destaca por sus murallas, monumentos y calles. Alejandro nos enseñó todo el casco antiguo y nos llevó a la calle Landstrasse para pasear y mirar tiendas. También vimos el Palacio de Justicia y nos enseñó una tienda en la que me hubiese quedado a vivir: Lederleither, una tienda de flores y de muebles de jardín con un precioso patio invernadero. ¡Maravilloso! (El que os mostré ayer en Instagram)

Por la tarde vimos sobre lo alto de un monte toda la ciudad de Krems y la preciosa Abadía de Gottweig. Después estuvimos tomando algo en un Heuriger, unas bodegas familiares que abren solamente después de las cosechas. Una casa-restaurante de lo más auténtica. Allí pudimos deleitar a nuestros paladares con una copita de vino y una riquísima tabla de quesos. Y acabamos cenando en 2stein, un restaurante famoso por su original y vintage decoración y por sus ricas y sabrosas hamburguesas. ¡Más de uno de nosotros ya comía con los ojos!

Y el último día aprovechamos para ver pueblos, castillos y palacios de alrededor de Krems. El Palacio de Grafenegg fue uno de ellos, un elegante y majestuoso palacio de estilo gótico que tiene más de siete siglos de historia. ¡Un palacio que mereció mucho la pena ver y donde nos hubiésemos quedado a vivir! 😉

También nos dio tiempo a visitar Dürnstein, una ciudad más pequeña pero con muchísimo encanto donde estuvimos paseando a orillas del Danubio. ¡Qué recuerdos me trae todo!

Y como todavía teníamos tiempo para coger el avión, Alejandro nos llevó a ver otro castillo, esta vez el Castillo de Kreuzenstein. Un castillo inmenso de los más impresionante que a todos nos recordó al de la película de La Bella y la Bestia. 

Y esto ha sido todo sobre nuestra escapada a Austria, una de las ciudades más bellas, limpias y ordenadas que conozco. He intentado resumir todo… Espero no haberos aburrido, que hayáis disfrutado y que os hayáis teletransportado a estos lugares tan maravillosos conmigo. Y por supuesto, que os hayáis quedado con los monumentos, restaurantes y castillos que nos descubrió Alejandro y a los que hay que ir sí o sí si vais por allí. ¡Os mando besos y gracias por estar al otro lado!

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